“La ganadería ovina es muy importante para la sociedad, pero ésta no es consciente de ello: hay que seguir avanzando en la mejora de la productividad y la sostenibilidad, y transmitir y valorar mejor todos los beneficiosque genera”. Roberto Ruiz es investigador y Jefe del Departamento de Producción Animal de Neiker-BRTA, Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, y actualmente es el coordinador del proyecto LIFE GREEN SHEEP en España. Su actividad se ha desarrollado en torno a proyectos de I+D+i centrados en los sistemas ovino y bovino del País Vasco, principalmente relacionados con su caracterización, el análisis del impacto técnico, ambiental y social de la ganadería, la mejora de la sostenibilidad, el desarrollo de modelos de simulación-optimización para el apoyo a la toma de decisiones, y el bienestar animal en ovino.
Situación de la ganadería ovina en España
“En las últimas décadas se ha observado un descenso progresivo e importante de los censos ganaderos, aunque no tan acusado en el número de rebaños. Por ejemplo, el número total de ovejas ha pasado de 22,7 millones de cabezas (17 millones de ovejas reproductoras) y 115.000 rebaños en 2005 a 14,9 millones de cabezas (11,5 millones de ovejas) y 111.000 rebaños en 2023. Esto significa que alrededor del 35% de la cabaña ha desaparecido en este tiempo, y la tendencia parece que continuará por el momento.
Son muchos los factores que contribuyen a este declive, tanto técnicos (falta de productividad en algunos casos), como económicos (aumento de los costes de alimentación y bajos precios de la leche y la carne), políticos (efecto de las reformas de la PAC) y, en gran medida, sociales (reducción del consumo de carne de cordero, pérdida de relevancia y atractivo social, conflicto con la fauna salvaje, desplazamiento de la población a zonas urbanas y abandono del territorio, etc.), por lo que no es fácil encontrar soluciones.
En este contexto, también proliferan los mensajes sobre la contribución de la ganadería a las emisiones de gases de efecto invernadero, aunque está más que demostrado que la verdadera causa del cambio climático está relacionada con la quema de combustibles fósiles. Sin embargo, como en cualquier otra actividad productiva, existe un cierto impacto ambiental en términos de emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la compra de insumos, el uso de energía, etc. y especialmente las emisiones de metano derivadas de la fermentación ruminal de la fibra, que es inevitable en los rumiantes, cuya ventaja evolutiva es precisamente que se alimentan de recursos (hierba, arbustos, etc.) que no son aptos para el consumo directo por el ser humano. Aunque en realidad la contribución de la ganadería ovina a las emisiones nacionales de GEI representa el 16% de la contribución total de la ganadería.”
¿Por qué decidió unirse al proyecto LIFE GREEN SHEEP?
“En Neiker tenemos una larga trayectoria trabajando en el sector ovino del País Vasco en diferentes temas: mejora genética, nutrición, reproducción, manejo de pastos, bienestar, sanidad animal, etc. Para ello, solemos estar en contacto con otros centros de I+D y agentes sectoriales del Pais Vasco y del resto de España que trabajan con otras razas y sistemas de producción, así como de otros países, principalmente de la Unión Europea, entre ellos Francia. De hecho, ya hemos colaborado con IDELE en el marco de proyectos anteriores, como Dairy4Future, SheepNet y Eurosheep.
En el contexto en el que se encuentra el sector, creemos que es necesario, por un lado, evaluar la cantidad de emisiones que he mencionado antes y proponer medidas para mitigarlas. Pero sobre todo, es fundamental exponer los impactos positivos que tiene la ganadería ligada al territorio y de la que se beneficia toda la sociedad (no sólo las personas que consumen leche o carne de oveja, o que están directamente relacionadas con el sector). De hecho, por ejemplo, sabemos que los sistemas de pastoreo tienen un enorme potencial para fijar grandes cantidades de carbono y mejorar la fertilidad y la salud del suelo mediante el pastoreo, por lo que desempeñan un papel clave en la mitigación del cambio climático, además de mantener el territorio, el paisaje y prevenir incendios.
Por todo ello, creemos que es necesario realizar esfuerzos para contribuir a mejorar la sostenibilidad de la ganadería ovina en todos sus aspectos: técnico-económico, medioambiental y social. Y para ello, conviene hacer una primera evaluación de la situación actual en términos globales de indicadores de sostenibilidad, y a partir de ahí proponer mejoras, probarlas y difundirlas, con la esperanza de que sean aplicadas por el mayor número posible de personas. Por eso, cuando recibimos la invitación de IDELE y conocimos el planteamiento del proyecto, su concepción con un enfoque tan global, no lo dudamos y decidimos sumarnos a la propuesta”.
Principales retos para sacar adelante este proyecto
“La mayoría de las personas implicadas en el sector ovino tienden a pensar que se trata de una actividad sostenible en cuanto a su relación con el medio ambiente. En general es así. Sin embargo, es necesario confirmar esta impresión con datos que presentar a la sociedad, así como a las personas que hacen posible la actividad en los propios rebaños y entre los equipos de asesoramiento técnico, veterinario, etc. Para ello, es necesario contar con personas interesadas en recibir y compartir información y dispuestas a comprometerse con el proyecto (principalmente ganaderos/as, así como los servicios técnicos de las asociaciones) a distintos niveles. Para realizar un primer diagnóstico de la situación es necesario disponer de datos fiables sobre la gestión de una muestra de rebaños y sistemas de producción lo más representativa posible. A partir de los resultados obtenidos, debe existir la voluntad de reflexionar sobre las implicaciones de la gestión realizada y de establecer un diálogo constructivo entre ganaderos/as y técnicos/as para plantear la implantación de los cambios en las prácticas de gestión que se consideren más adecuados en cada caso. Estas innovaciones deben ser compatibles con las condiciones, objetivos, preferencias y calidad de vida de las personas que gestionan el rebaño, y estar orientadas a mejorar los indicadores técnicos, la eficiencia y la productividad, y desde luego también la rentabilidad económica y la sostenibilidad ambiental. Porque hay muchas pruebas que indican que, en general, la mejora del rendimiento técnico va de la mano de la rentabilidad económica y de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Interés a corto, medio y largo plazo del proyecto para el sector
“Como ya he mencionado anteriormente, consideramos que el proyecto debería tener un impacto positivo en la eficiencia, productividad y competitividad, así como en la sostenibilidad de los rebaños participantes, y como resultado reducir las emisiones y el impacto medioambiental negativo en términos de huella de carbono de la leche y la carne de ovino. A partir de estos rebaños, espero que se produzca una mayor difusión a un mayor número de personas y rebaños (especialmente importante a través del aprendizaje entre iguales, por ejemplo, entre los propios ganaderos) de las prácticas de gestión más interesantes. Al mismo tiempo, el proyecto también debería contribuir a aumentar la concienciación de los agentes del sector sobre los beneficios y la importancia de estos sistemas, así como la capacitación de las personas que se dedican a la ganadería ovina. De esta forma, podremos seguir ofreciendo a los consumidores, en cantidad suficiente, los alimentos de alta calidad que siempre ha ofrecido el sector ovino, y aportar argumentos para defender ante la sociedad la importancia y el interés de su mantenimiento y sostenibilidad. Me parece especialmente relevante la oportunidad de preparar al sector para la puesta en marcha de los mercados de carbono de los que se viene hablando últimamente, así como, ojalá, de nuevos escenarios que puedan surgir para poner en valor los servicios que generan (gestión del territorio, prevención de incendios, etc.)”.
Esperemos que así sea.